A pesar de ser bastante hostil cuando se enfada, atacando sin sacar las uñas, ya viene a dormir a mi cama por las mañas y me deja que lo acaricie sin pasar luego a pegarme con su patita en la pierna.
Lo más curioso es que le encanta meterse entre la ropa y en cualquier bolsa, así que muchas veces te lo ecuentras en el lugar más inesperado.
El momento álgido los berrinches del gato fue el martes, cuando se meó en la toalla que hace de alfombra del baño en protesta porque Erga llevaba mucho rato en la bañera. Lo cierto es que el pobre bich tenía toda la razón.
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